Controlar las emociones es importantísimo para todo hombre
en su día a día; y es que el control de las emociones, tanto negativas como
positivas, serena la mente y nos permite enfrentarnos a la toma de decisiones
difíciles, situaciones poco agradables y etapas de cambio. Consigue que nuestro
estado de concentración sea mayor y que pensemos con muchísima más claridad,
dejando a un lado los sentimientos y emociones exacerbadas.
El hombre puede experimentar un sinfín de emociones. Dentro de este amplio repertorio encontramos emociones positivas tales como alegría y excitación, así como emociones negativas como la tristeza o la ira. Aunque pensemos que en el control de las emociones es más importante controlar las negativas, también hay que hacerlo en el caso de las positivas, pues tampoco es bueno enfrentarse a la vida con una excesiva excitación y emoción. Una persona que esté sintiendo una alegría excesiva también debe intentar controlarse a la hora de enfrentarse a determinados asuntos. De otra forma se dejaría llevar por esta alegría y exaltación tomando decisiones que quizá en un futuro puedan perjudicarlo.
Es interesante saber identificarlas todas ellas para poder comprender su naturaleza y poder controlarlas. Esta será la única forma de poder serenarnos en determinadas ocasiones, por ejemplo, cuando sintamos miedo por algo irracional. Si comprendemos de dónde nace este miedo lograremos aprender a controlarlo. Así, el control de las emociones es esencial para superar por ejemplo ciertas fobias, como miedo a volar, a los espacios pequeños o incluso a las arañas.
Si dejamos que nuestras emociones se apoderen de nuestro ser, nuestra mente dejará de funcionar racionalmente, estaremos a merced de lo que sintamos en cada momento, tomando decisiones completamente impetuosas y nada reflexivas.
Además, cabe destacar que aprender a controlar nuestras emociones también nos proporcionará herramientas sociales; y es que cuando uno comprende de dónde nacen sus emociones y cómo manejarlas, desarrolla también una habilidad de lo más interesante, la empatía. Así, en un futuro, cuando identifiquemos una emoción determinada en otra persona sabremos cómo comportarnos con ella y como aconsejarle o consolarle.
Debemos por tanto comprender que las personas que cuentan con una capacidad superior para controlar sus emociones serán mucho más felices, pues podrán satisfacer mejor sus necesidades y dominar los hábitos mentales que pueden conducirle a ese estado de positividad. Sin embargo, aquellas personas que no pueden controlarlas, se verán inmersos en una espiral emocional que les impedirá concentrarse y pensar en cada momento con claridad.
El hombre puede experimentar un sinfín de emociones. Dentro de este amplio repertorio encontramos emociones positivas tales como alegría y excitación, así como emociones negativas como la tristeza o la ira. Aunque pensemos que en el control de las emociones es más importante controlar las negativas, también hay que hacerlo en el caso de las positivas, pues tampoco es bueno enfrentarse a la vida con una excesiva excitación y emoción. Una persona que esté sintiendo una alegría excesiva también debe intentar controlarse a la hora de enfrentarse a determinados asuntos. De otra forma se dejaría llevar por esta alegría y exaltación tomando decisiones que quizá en un futuro puedan perjudicarlo.
Es interesante saber identificarlas todas ellas para poder comprender su naturaleza y poder controlarlas. Esta será la única forma de poder serenarnos en determinadas ocasiones, por ejemplo, cuando sintamos miedo por algo irracional. Si comprendemos de dónde nace este miedo lograremos aprender a controlarlo. Así, el control de las emociones es esencial para superar por ejemplo ciertas fobias, como miedo a volar, a los espacios pequeños o incluso a las arañas.
Si dejamos que nuestras emociones se apoderen de nuestro ser, nuestra mente dejará de funcionar racionalmente, estaremos a merced de lo que sintamos en cada momento, tomando decisiones completamente impetuosas y nada reflexivas.
Además, cabe destacar que aprender a controlar nuestras emociones también nos proporcionará herramientas sociales; y es que cuando uno comprende de dónde nacen sus emociones y cómo manejarlas, desarrolla también una habilidad de lo más interesante, la empatía. Así, en un futuro, cuando identifiquemos una emoción determinada en otra persona sabremos cómo comportarnos con ella y como aconsejarle o consolarle.
Debemos por tanto comprender que las personas que cuentan con una capacidad superior para controlar sus emociones serán mucho más felices, pues podrán satisfacer mejor sus necesidades y dominar los hábitos mentales que pueden conducirle a ese estado de positividad. Sin embargo, aquellas personas que no pueden controlarlas, se verán inmersos en una espiral emocional que les impedirá concentrarse y pensar en cada momento con claridad.
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