lunes, 21 de marzo de 2011

¡Debemos inculcar valores humanos esenciales desde la niñez para rescatar la ciudadanía!




Al nacer, nuestros hijos no son ni buenos ni malos, desconocen las normas que rigen su familia o su sociedad. Su conciencia ética se va desarrollando con el paso de los años. Pero necesitan nuestra ayuda ya que no llevan ningún chip incorporado que les diga si sus actos son correctos o incorrectos, lo que está bien o lo que está mal. Por eso es tan importante enseñar los valores cívicos que les permitan desarrollarse y convivir en una sociedad plural.

La mayoría de las herramientas que, como adultos, nos hacen falta para tener una vida plena, las adquirimos durante la infancia.

Si tienes niños pequeños en casa, estás a tiempo de hacer algunos ajustes en la relación que mantienes con ellos, en la dinámica del hogar y en tu manera de actuar, para que puedas transmitirles algunas normas éticas que les permitan desarrollarse como personas plenas, para que vivan en armonía con los demás y hagan su aporte positivo al mundo.

La sociedad actual ha trastocado muchos de los parámetros tradicionales que nos inculcaron en la infancia. Sin embrago, existe una serie de valores humanos esenciales, que pueden aplicarse a todas las culturas, como el respeto a los demás, el sentido de justicia, la sinceridad, la compasión, la responsabilidad, la equidad…

Como padres deberemos decidir qué clase de valores le trasmitiremos a nuestros hijos, recordando que el ejemplo será el instrumento por excelencia para hacerlo. No sirve de nada darles una larga y detallada explicación acerca de los valores que deseamos inculcarles, si no los estamos usando en nuestra vida cotidiana.

El trato cariñoso y respetuoso, la confianza y el amor son ingredientes básicos para el desarrollo desde la infancia.

Algunos valores éticos

El sentido de la responsabilidad. No podemos pretender que un niño pequeño al que le hemos solucionado todos los problemas, asuma algunas responsabilidades en la adolescencia. En lugar de rechazar su ayuda, permíteles participar en algunas labores en casa. Así aprenderán que las tareas son de todos, y que colaborando se terminan mas rápido.

El desarrollo de la gratitud. Antes inclusive de que aprenda a hablar, debemos dar las gracias por él, dejando muy claro que aquello que recibe es producto del esfuerzo de alguien y que éste merece su agradecimiento. Nuestra actitud les sirve de ejemplo, por ello, además de dar las gracias, debemos enseñarles a pedir con un “por favor” y a disculparse. Pedirles perdón a nuestros hijos no es perder autoridad, sino mostrarles respeto y que todos podemos equivocarnos y rectificar.

Aprender a ser justos. Cuando se presentan las peleas entre hermanos, en lugar de darle la razón al mayor, o al menor, a pesar de que haya cometido un error, es importante enseñarles a reflexionar acerca de lo sucedido. Que aprendan a ponerse en el lugar del otro, y que juntos encuentren una buena solución para sus problemas. Ser justo es la suma de otros valores como la comprensión, la confianza y el respeto a las diferencias.


Respeto: tiene que ver con aceptar al prójimo tal como es, con sus virtudes y defectos, reconociendo sus derechos y necesidades. Decir las cosas educadamente, sin herir, violentar o insultar a nadie, son muestras de respeto. La educación en el respeto empieza cuando nos dirigimos a nuestros hijos correctamente, de la misma manera que esperamos que ellos se dirijan a los demás.

Sinceridad: la sinceridad es el pilar en el que se sustenta la confianza. Para que nuestros hijos no mientan, no debemos abusar de los castigos: los niños mienten por miedo al castigo.

Renuncia a la violencia: que nuestros hijos no sean violentos depende mucho de que sus padres no griten, peguen o les falten al respeto.

Disposición a ayudar: conseguir que los niños ayuden a los adultos y a sus iguales se consigue fácilmente: sólo debemos aceptar desde el principio sus ganas de ayudar, encomendarles pequeñas tareas y adaptarlas siempre a su edad y sus posibilidades.

Cortesía: tiene que ver con el respeto, la consideración y los modales. No tiene que ver con no poder hacer algunas cosas porque no es de buena educación, sino en hacerlas diciendo "por favor", "gracias" y "¿puedo?".

Responsabilidad: tiene que ver con la confianza que tenemos en que nuestros hijos sabrán asumir algunas tareas y las cumplirán. Pero debemos saber que los valores no se enseñan independientemente del resto de cosas, ni a través de grandes explicaciones o dando una lista con aquello que consideramos correcto y lo que no, esperando que nuestros hijos la memoricen. Los valores se transmiten a través del ejemplo práctico, a través de la cotidianidad, de nuestro comportamiento en el día a día, en aquello que los hijos observan hacer a sus padres.

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