La muerte
es una realidad inevitable en la
vida de un ser humano. El último adiós puede vivirse como
un proceso natural o también, puede vivirse con angustia. En este sentido, las
personas mayores son todo un ejemplo de cómo se puede vivir el presente y tener
esperanza, más allá de estar en la última recta de vida.
Evita
obsesionarte con la muerte porque no es el único tema importante. De hecho, lo
verdaderamente importante es la vida, aprovechar cada minuto para
mostrar afecto a aquellos que te rodean y que están a tu lado. Pero también,
disfrutar el presente para cumplir tus sueños y hacerte la vida agradable a ti
mismo.
Deja de
pensar en el después para centrarte en el ahora. Por otra parte, se trata
de encontrar el
equilibrio a la hora de cultivar la espiritualidad pero
sin descuidar el poder de lo terreno. Para ello, busca espacios para estar con
tu familia, viaja, participa en las actividades de jubilados, lee libros,
disfruta con un programa de televisión…rie, canta, practica Taichi, disfruta el día a día...
En
más de una ocasión, el miedo a la muerte puede que te prive de ser feliz de verdad.
Por suerte, más allá de los años, la actitud es determinante para tener un buen
nivel de autoestima, relaciones personales gratificantes y crecer hasta el
infinito.
Todo tiene energía: el miedo, la ira, los celos, el odio. No
eres consciente del hecho de que todas estas cosas desperdician tu vida.
El miedo a la muerte no es el miedo a la muerte, es el miedo
a permanecer insatisfecho. Vas a morir, y no pudistes experimentar nada, nada
en absoluto, a través de la vida... ninguna madurez, ningún crecimiento, ningún
florecimiento.
Vinistes con las manos vacías, te vas con las manos vacías.
¡Ese es el miedo!
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